Catequesis Papal: La desolación

En un momento de tristeza, continúa el Papa, muchos deciden abandonar una elección que han hecho
En la Audiencia General el Papa Francisco continúa con sus reflexiones sobre el tema del discernimiento y en la catequesis del 26 de octubre, aborda un aspecto que tiene que ver con los sentimientos, la desolación, una experiencia común en la vida de todos: puede desanimar a quien quiere seguir el Evangelio y hacer el bien, pero ninguna tentación está por encima de nuestras fuerzas.
“Dios habla al corazón”, por lo que el discernimiento no es sólo una cuestión de cabeza, sino que también contiene aspectos afectivos como el sentimiento de desolación al que el Papa dedica la catequesis.
Nadie querría estar desolado, triste: esto es cierto. A todos nos gustaría tener una vida siempre alegre, feliz y plena. Sin embargo, esto, además de no ser posible -porque no es posible-, tampoco sería bueno para nosotros. De hecho, el cambio de una vida orientada al vicio puede partir de una situación de tristeza, de remordimiento por lo que uno ha hecho.
El remordimiento “es la conciencia que muerde”, afirma el Papa y señala que es importante aprender a leer la tristeza.
La situación es diferente para los que quieren hacer el bien, en cuyo caso “la tristeza es un obstáculo con el que el tentador quiere desanimarnos”. Por lo tanto, no hay que ir tras ella, sino que hay que “actuar de manera exactamente contraria a lo que se sugiere, decididos a continuar lo que uno se había propuesto”.
En un momento de tristeza, continúa el Papa, muchos deciden abandonar una elección que han hecho, “sin detenerse primero a leer este estado de ánimo”. Y recuerda que “una sabia regla dice que no hay que hacer cambios cuando se está desolado”. Un ejemplo es Jesús que, como leemos en el Evangelio, rechaza con firmeza las tentaciones del demonio, que desaparecen ante su actitud decidida de hacer la voluntad del Padre.
“Ir adelante”, esta es la invitación del Papa Francisco: si no logramos vencer la tentación hoy, caminemos y “la venceremos mañana”. Y concluye: “Que el Señor te bendiga en este camino – valiente – de la vida espiritual, que siempre es caminar”.