TODO CIUDADANO ES PRESIDENTE
¿Amigo lector, ¿te gustan las campañas electorales, son una delicia, una obra maestra? Si no ¿Quién tiene la culpa de esta situación? Con esta reflexión queremos contribuir a encontrar la respuesta ¿Quién es el sujeto natural de la democracia, quién hace la democracia? La respuesta inmediata es: el gobierno, los partidos políticos. Ahí esta el error fundamental. Es el ciudadano quien hace la democracia, cada ciudadano es el presidente, diríamos haciendo una paráfrasis de Saint-Exupéry que afirma: cada ciudadano es centinela del Reino. No veas lo que le pides a los candidatos, ve lo que la sociedad te pide a ti. Al parecido pedía John F. Kennedy a los vecinos del Norte. Hay detrás una tarea educativa enorme, porque, por décadas y siglos, no hemos formado el ciudadano que asuma su papel. Muchos piensan que un gobierno que gobernó por décadas descuida a propósito la educación para tener un pueblo sumiso, que no defendiera sus derechos. Se necesitan hombres y mujeres maduros, moralmente limpios, responsables, críticos, que le exigen a sus representantes populares, capaces de dar de sí mismos para colaborar en las tareas ciudadanas. Personas de una enorme calidad moral, con un código de ética, una familia de valores universales. Si cada quien tiene su opinión, si todo se vale, si no hay criterios absolutos y objetivos que normen a todos, tendremos siempre representantes legisladores oportunistas, traidores a sus promesas, caprichosos, como hay casos. El ser humano necesita ser entrenado para percibir el bien, elegirlo y hacerlo. El ciudadano necesita una conciencia bien formada, libre, no de hacer lo que su capricho y su mezquindad le dicte sino para hacer buscar el bien, moral no convenenciero, y respetar los grandes principios y valores que llevan al progreso y la felicidad. Los grandes principios que recuerda la Doctrina Social de la Iglesia, el Evangelio de los hombres de acción, son: el respeto a la persona humana, al Bien común, la solidaridad, la subsidiaridad. Los grandes valores son: amor, verdad, libertad, justicia, el amor. La Revelación de Dios en el libro del Génesis nos enseña esta responsabilidad del ciudadano. En los orígenes, el hombre recibe la responsabilidad del país y su progreso. “Dios formó al hombre a su imagen y semejanza hombre, a imagen suya los creó, hombre y mujer los formó… los bendijo y les dijo: sean fecundos, cultiven la tierra y domínenla” (Génesis 1). Hasta la fecha, la Iglesia recuerda a los fieles de Cristo su deber de construir un mundo mejor, fraternal. Se necesitan candidatos pobres, desprendidos, que no sueñen con ser el rey oros. Nos urgen candidatos humildes que no sueñen en ser caudillos, seudomesías, caciques caprichosos, destructores como Huitzilopochtli, malos, temidos por todos. El ciudadano presidente debe impedir que la contienda electoral sea una guerra, y más una suciedad de guerra. Aunque debe tener memoria histórica y valorar a las personas y los partidos, no por sus bonitas palabras sino por sus frutos, por sus hechos históricos, no les toca a los contendientes sacarse sus trapitos al sol. Si aman tanto y absolutamente la verdad ¿Por qué no sacan al sol los trapitos de su propio partido y ocultan su ropa sucia? Son absurdos los spots que sólo descalifican y no proponen nada. ¡Qué pérdida de dinero! Se trata de una competencia de valores los más altos y de proyectos, los más sabios, actuales que no muestran mezquindades ni ocultan intereses facciosos, grupales sino que tienen en cuenta los problemas y el bien de México. Es fundamental que el ciudadano común y corriente, el presidente de la democracia, no se maree, haga justicia para castigar a quienes se han servido a sí mismos y no al pueblo y han olvidado sus promesas de campaña, con los medios a su alcance. Una contienda electoral que nos abruma con su ruido y nos decepciona por su bajeza y vacío de propuestas es un reto para el ciudadano, como tú, para comprometerse, cambiar el rumbo y elevar el nivel de la democracia para el bienestar de todos la dignidad y la felicidad de todos. ¡Es tu hora, señor presidente de la democracia!