La desolación lleva a una sacudida del alma

Octava catequesis del Papa Francisco
En su catequesis de la audiencia general, la octava del ciclo sobre el discernimiento espiritual, el 16 de noviembre, el Papa Francisco se refirió al estado de desolación espiritual que lleva a una “sacudida del alma”. Y dijo que no hay que evitarlo porque sin sentimientos somos inhumanos. Se trata de una oportunidad para crecer en la vida.
El Obispo de Roma señaló, en primer lugar, que la desolación – “cuando todo en el corazón es oscuro, triste – puede ser una oportunidad de crecimiento, porque si no hay un poco de insatisfacción, un poco de sana tristeza”, si no se tiene la “sana capacidad de habitar en la soledad”, de ser uno mismo sin huir, se corre el riesgo de “quedarse siempre en la superficie de las cosas” y no alcanzar el centro de la propia existencia.
Una serenidad perfecta pero “aséptica”, sin sentimientos, cuando se convierte en el criterio de las elecciones y los comportamientos, nos hace inhumanos: no podemos ignorar los sentimientos, somos humanos y sentir forma parte de nuestra humanidad, dijo también Francisco.
Por otro lado, la inquietud – una inquietud sana, un corazón inquieto y buscador – puede ser un empujón decisivo para dar un giro a la vida. Este fue el caso de Agustín de Hipona, de Edith Stein, de José Benito Cottolengo, de Carlos de Foucauld, recordó Francisco, y señaló que las opciones importantes tienen un precio que pagar, con el corazón “un precio de decisión, el precio de llevar adelante un pequeño esfuerzo”, pero al alcance de todos.
Además, la desolación “es también una invitación a la gratuidad”, continuó el Papa, “a no actuar siempre y sólo con vistas a la gratificación emocional”.
Este tipo de relación la vivimos como hijos cuando buscamos a nuestros padres “para obtener algo de ellos”, por lo tanto “por un interés” – como lo son muchas de nuestras oraciones, aclaró el Papa – “peticiones de favores dirigidas al Señor, sin un interés real por Él”. Lo mismo le ocurrió a Jesús, “a menudo rodeado de mucha gente que lo buscaba para obtener algo, curaciones, ayuda material, y no sencillamente para estar con Él”.
Francisco subrayó a continuación que estar con Cristo “es un modo muy hermoso de entrar en una relación verdadera y sincera con su humanidad, con su sufrimiento, incluso con su singular soledad”. Con Él, que quiso compartir su vida con nosotros hasta el final”. Es bueno aprender a estar con el Señor “sin ningún otro propósito” – añadió el Pontífice – es como “con las personas que queremos: queremos conocerlas cada vez más, porque es bueno estar con ellas”.
La vida espiritual no es una técnica a nuestra disposición, no es un programa de “bienestar” interior que nos corresponde programar. No. Es una relación con el Viviente, irreductible a nuestras categorías. La desolación es entonces la respuesta más clara a la objeción de que la experiencia de Dios es una forma de sugestión, una mera proyección de nuestros deseos.
La lección que ofrece la desolación para el Papa Francisco es que “ante las dificultades” nunca hay que desanimarse, y que hay que afrontar la prueba “con decisión, con la ayuda de la gracia de Dios que nunca nos falla”. En cuanto a esa voz insistente dentro de nosotros “que quiere apartarnos de la oración, aprendamos a desenmascararla como la voz del tentador” – exhortó el Pontífice – e invitó a no dejarse impresionar, y a hacer simplemente “lo contrario de lo que nos dice”.