Editorial

¿Y QUIÉN INCENDIA AL PAÍS?

Farela, buen adulador, sabe endulzar y agradar el oído, debe agradecer de algún modo los favores recibidos, algunos como el que sus hijos están en las nóminas de las secretarías de Estado.

Editorial CCM

Arturo Farela Gutiérrez busca la forma de congraciarse y respaldar al presidente de la República, su amigo, según sus mismas expresiones. Y cuando habla, quien dirige la Confraternidad de Iglesias Evangélicas, lo hace tratando de justificar, denostando a la manera como ciertos evangélicos lo saben hacer: contra la Iglesia católica.

Y es que el pastor Farela, quien también ha sido cobijado por el gobierno de la llamada transformación, debe agradecer de algún modo los favores recibidos, algunos como el que sus hijos están en las nóminas de las secretarías de Estado. No es algo oculto, él mismo lo ha reconocido, agradece al presidente esa oportunidad e incluso lo ve como designio divino, sobrenatural, el que Dios toque a López Obrador por esas gracias recibidas y abrir la puerta de su despacho para hacer oración con él y para él.

Nada de eso es irrefutable, buen adulador, sabe endulzar y agradar el oído. Apostó por esa amistad de quien fue Jefe de Gobierno, era cosa de tiempo para que tuviera fruto y lo logró. Oró por el candidato López Obrador en 2006 y 2012 y ahora tiene puerta abierta, gracias a sus oraciones.

Pero las declaraciones del pastor Farela tienden a lo mismo que hace AMLO. Endulzar la realidad de una forma inmoral bajo las citas de los Evangelios, usado la Escritura de manera farisaica. Incluso da un diagnóstico institucional-espiritual del país para ocultar los graves males que le aquejan. Como dijo a los medios nacionales: “El México de hoy es muy distinto, ahora es un país institucional que se ciñe al respeto del estado de derecho. Por ello, debemos apoyar al presidente y dejar de hacer esas críticas destructivas, hay que hacerlas de manera constructiva para ayudarlo”.

Sin más, afirma que el país está en paz. “Abrazos, no balazos significa amor al prójimo, significa convivencia fraternal. Y atacar los orígenes de la violencia enseñando principios de amor al prójimo son fundamentales para que no tengamos un México lleno de violencia”, e incluso, como sepulcro blanqueado, acusó que los males del país son provocados por católicos a quienes no se les enseño la Biblia, “lamentablemente los que tienes esas prácticas son católicos romanos y además la Iglesia católica no enseña la Biblia como debe ser sino catequizan”, apuntó.

La respuesta no se hizo esperar. El director del Centro Católico Multimedial respondió a esas temerarias aseveraciones afirmando que “El que la Iglesia católica hable de la paz no significa que no hable de las injusticias. No significa que la Iglesia se va a quedar callada. La Iglesia anuncia el Evangelio, pero también denuncia aquellas injusticias que van en contra del Evangelio. Una iglesia que no denuncia es una iglesia que no sirve para nada”. 

Farela debe leer, junto con la Biblia, en alguna ocasión los periódicos e informativos para enterarse que, entre los evangélicos, también han muerto violentamente en el México que, dice, está en paz. Han sido asesinados colegas suyos, muchos, en el sexenio de los abrazos. Por eso, escupir al cielo tiene al final el mismo punto, el país en llamas. Pero Farela, ahora acólito del poder, como buen dicharachero bíblico, reconocerá la siguiente, cita: “Fueron atraídos por el lucro, aceptaron regalos y torcieron el derecho” (I Sam 8, 3). Y en ese cauce, bien le acomoda lo que alguna vez, dijo el Señor: “El que tenga oídos para oír, que oiga”.

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