CCM

El Papa, Nóbel de economía

El pasado 18 de julio, el banquero Ettore Gotti-Tedesch, economista y representante de uno de los mayores grupos bancarios del mundo, dijo en entrevista, que “es evidente que ha llegado el momento de preguntarnos si, en vez de imaginar nuevas artimañas o estudiar nuevas bulas, no merece la pena reflexionar, tal y como nos invita el Papa. Nadie ha aclarado como él -señaló el italiano- lo que el hombre económico ha de hacer por la economía: aplicar las leyes económicas y no sólo aproximarse a ellas”. Por eso, apuntó, “deberían darle el Premio Nóbel de Economía, aludiendo a la más reciente Encíclica de Benedicto XVI, “Caridad en la verdad”, que aborda, con profundidad, el problema económico mundial y, sobre todo, sus causas. Gotti-Tedesch dijo que “la oportunidad no es sólo para revisar la reglas y los problemas de la forma cómo se gobierna, sino también la capacidad del instrumento económico para cumplir sus objetivos principales: utilizar los recursos naturales disponibles con la mayor eficacia y cuidado posibles, garantizar el crecimiento económico más oportuno y equilibrado que permita al hombre disfrutar de un bienestar global, y garantizar la distribución de este bienestar a todos los hombres. ¿Se han logrado estos objetivos? No lo creo. Se han desperdiciado muchos recursos, el crecimiento económico ha resultado ser ilusorio y ficticio, no se ha extendido el bienestar a todos, cuando era posible hacerlo”. Habló de las divergencias entre el Papa y los analistas sobre la crisis financiera, y expresó que “las diferencias son sustanciales. La mayoría de los analistas, dignos y competentes, ha enfocado la crisis analizando las consecuencias del verdadero origen de la crisis y su mala gestión. Es cierto que se ha producido una expansión monetaria exagerada, expansión del crédito, crecimiento de consumo basado en el crédito y apalancamiento financiero. ¿Por qué? ¿Para enfrentarse a qué problema? Podríamos formular mil preguntas como ésta y llegar siempre al mismo principio de origen: tenía que haberse subrogado de mil maneras al crecimiento insuficiente provocado por el hundimiento de la natalidad en los países desarrollados -aunque con diferencias entre Europa y EEUU- y sus consecuencias (aumento de los costos fijos, de la presión fiscal, disminución del ahorro y de los activos financieros…)”. Y abundó al señalar que, “sin embargo, muchos analistas han optado por no profundizar sobre el origen de la crisis. Abordar el tema de la natalidad es tabú; existe una especie de negacionismo. Es un tema con connotación moral; por lo tanto no científico, casi estúpido, como para fanáticos religiosos. Se ha ignorado y se sigue ignorando. Veremos cómo este problema estallará pronto. No es que las finanzas no hayan funcionado, no ha sido únicamente la avidez de algunos pocos la que ha causado una crisis tan compleja y tan lejana en sus orígenes. La avidez de unos pocos parece incluso haber sido una especie de “concesión”, cuyo fin era “intentar esta otra vía”, para producir un crecimiento económico cuya sostenibilidad es cada vez más difícil”. Recordó que el Santo Padre, en la Encíclica “Caridad en la verdad”, escribió que la desregulación del trabajo puede llevar a las personas a la “degradación humana”, por lo que, “en el mundo globalizado, por diversas razones, el hombre, desde el punto de vista económico, ha ido convirtiéndose -progresivamente- en un “medio” de crecimiento económico, ya sea como trabajador, consumidor o ahorrador. Sin embargo, estas tres dimensiones están en conflicto entre ellas, y cuando el conflicto estalla en época de menos crecimiento económico, el hombre se arriesga a padecer eso que viene llamado como crecimiento humano”

Share: